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Un padre quería demostrarle el valor de las cosas a su joven hijo, así que se acercó y le dijo:

– Te graduaste con honores, estoy muy orgulloso de ti porque le pusiste mucho empeño y dedicación. Aquí tienes mi regalo, se trata de un Volkswagen sedan que compré muchos años atrás. Tiene más de 50 años de antigüedad.

El hijo estaba sorprendido, pues esperaba un mejor regalo, tal vez un auto mucho más moderno. Sin embargo, sonrió y aceptó el regalo de su padre.

El padre continuó:

– Antes de dártelo, llévalo al lote de autos del centro y diles que lo quiero vender y ve cuánto te ofrecen.

El hijo fue al lote de autos usados, regresó con su padre y le dijo:

– Me ofrecieron $5,000 porque se ve muy desgastado.

El padre le dijo:

– Llévalo a la casa de empeño y fíjate cuánto te ofrecen ahora.

El hijo fue ala casa de empeño, al cabo de una hora regresó con su padre y le dijo:

– La casa de empeño ofreció solo $1,000 que porque es un auto muy viejo.

Entonces el padre pidió a su hijo ir a un club de autos y enseñarles el auto.

El hijo no entendía aún por qué su padre lo enviaba a distintos lugares a preguntar por el precio del auto. Sin embargo, al ser un joven obediente fue sin preguntar.

El joven llevó el auto al club, regresó rápido y muy emocionado le contó a su padre:

– Unas personas en el club ofrecieron $100,000 por el auto ya que es un “auto singular y muy buscado entre los miembros del club”.

El padre le dijo a su hijo:

– Quería que supieras que el lugar correcto te valora de la forma correcta. Si no eres valorado no te enojes, significa que estas en el lugar equivocado. Aquellos que conocen tu valor son aquellos que te aprecian y nunca te quedes en el lugar donde nadie vea tu valor.

Desde ese día el hijo aprendió una lección muy importante que nunca olvidará.