Era la historia de una joven que había quedado ciega por un accidente hace muchos años. Tenía un muy mal carácter, se molestaba sin motivo, discutía con su familia y se llevaba mal con casi todos. Al único a quien quería era su novio y hablaba por teléfono con él todos los días, él le decía cosas muy bonitas y ella era muy feliz.
Cierto día, su médico la llama y le dice que ha conseguido un donante para su vista y era muy probable que podía recuperarla. Ella muy feliz fue a realizar su cirugía, y al día siguiente de la operación se sintió muy feliz porque había recuperado la vista. ¡Ya podía ver!
Su novio fue a visitarla para felicitarla y grande fue su sorpresa al ver que su novio era ciego. Ella lo rechazó y le dijo que no podía estar con él porque no iba a funcionar y ella quería estar con alguien que sí podía ver. Su novio quedó muy triste, así que decidió alejarse y enviarle una última carta.
La chica toda desanimada, aceptó la carta porque era la última vez que vería al chico. Y empezó leyendo así:
«Comprendo muy bien tu decisión y te deseo siempre lo mejor para ti. Tan solo te pido que cuides muy bien de mis ojos, pues te los regalé y ahora son tuyos. Que Dios te bendiga mucho!».
La chica se sintió bastante mal por su forma de actuar, pero lamentablemente el novio ya se había ido muy lejos.
Dios también dio a su único hijo para salvarnos del pecado porque nos ama. Y muchas veces nosotros le damos la espalda, no oramos, no vamos a la Iglesia, nos alejamos de Dios.
- Hoy, antes de decir algo negativo, piensa en aquellos que no pueden hablar.
- Antes de quejarte del sabor de tu comida, piensa en aquellos que no tienen qué comer.
- Antes de quejarte de tu papá o mamá, piensa en aquellos chicos que quedaron huérfanos.
- Antes de quejarte de las tareas del colegio, piensa en aquellos que no pueden estudiar.
- Antes de quejarte de tus hijos, piensa en aquellos que no pueden tenerlos y desearían tener uno.
- Cuando estés cansado de tu trabajo, piensa en aquellos que no tienen trabajo.
- Demos gracias a Dios porque estamos aquí, vivos, muchos ya no están con nosotros y volveremos a verlos cuando Jesús venga. Valoremos lo que tenemos cada día, a nuestros padres, hermanos, hijos, abuelitos, amigos.